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Liverpool arrancó con victoria frente al Milan en la Champions League

Con Klopp en el banquillo no puede esperarse un Liverpool que genere indiferencia sino un equipo vivo, dispuesto a recuperar el trono en Europa. Frente al Milan fue una buena muestra: cómodo en el caos, ganó la partida a un rival que sin Ibrahimovic también supo competir. Sin embargo, en el intercambio de golpes se impuso el gigante inglés, más experimentado y más acostumbrado a noches de remontada. El Liverpool presentó su candidatura (3-2).

Como aquella noche memorable en Estambul en 2005, colosal y a la vez inaudita, Liverpool y Milan optaron por revivir otro choque casi inenarrable. La grada celebró el atropello a los italianos, un equipo sin trazo en el comienzo, superado por la marcha local. Siete años sin Champions dan para muchas dudas que desembocaron en Anfield. El Liverpool engulló al Milan hasta avanzarse gracias a un remate cruzado de Alexander-Arnold, desviado con desgracia por Tomori.

El tembleque del cuadro de Pioli se refrendó en cada jugada, atrincherado por obligación. El Liverpool jugó y el Milan contempló. Mala manera de sobrevivir en Anfield, sostenido por el arte de su guardameta. Más gallo que sus compañeros, Maignan se enfrentó con éxito a un cara a cara con Salah. Con la barriga, como pudo, sacó un penalti mal ejecutado por el egipcio. El 2-0 hubiera sentenciado al Milan, aunque este se prestó a dar la sorpresa en Inglaterra.

La condescendencia de un Liverpool superior, tan sobrado que ni jugó Van Dijk de titular, permitió renacer al equipo italiano. Rebic empató el choque tras finalizar una buena triangulación en el área de Alisson, al que no le alcanzó para sacar el remate del croata. Un minuto tardó en remontar: Brahim metió la punta de la bota para acompañar a puerta un tiro de Rebic que se quedó a medio camino. Atolondrado el Liverpool, se fue al descanso sin entender nada.

Se relajó en un primer tiempo en el que la influencia de los laterales volvió a probar la buena salud de la que goza el cuadro de Klopp. Con Alexander-Arnold y Robertson en forma, el Liverpool vuela. Quizá por esas ganas de no defraudar corrigió a tiempo el desorden. Salah enmendó su error tempranero con el 2-2 después de conectar un buen pase de cuchara de Origi. No todo fue mérito del egipcio: el arquero, valiente hasta entonces, se quedó petrificado bajo el larguero.

Anfield no se conformó hasta que su equipo recuperó la ventaja, tan necesaria para empezar con buen pie la Champions. Tan importante de cara a una rivalidad eterna desde que Estambul primero y Atenas después marcaran la historia de ambos en Europa. Henderson puso remedio con un latigazo desde la frontal, suficiente para encender la mecha en Anfield. No puede subestimarse un enfrentamiento entre el Liverpool y el Milan, dos equipos a quienes siempre les quedará una cuenta pendiente.

Mundo Deportivo